Sputnik, terror y sci fi a la rusa

Sputnik: Extraño Pasajero (Sputnik, Egor Abramenko, 2020)

El cine comercial ruso que ha llegado a exhibirse en nuestro país ha dejado mucho que desear. Desde cintas de terror muy fallidas como La Novia (Podgayevskiy, 2017) hasta cintas de super héroes sin pies ni cabeza como Guardianes (Andreasyan, 2017). Sin embargo, en medio de estas cintas de bajo nivel de repente llegan algunas sorpresas que convencen no sólo por su historia sino por su buena hechura.

Tal es el caso de Sputnik: Extraño Pasajero, donde el director Egor Abramenko retoma la premisa de su cortometraje The Passenger (2017) en la que un astronauta regresaba a la Tierra para enfrentar sus problemas de estrés postraumático ocasionado por los líos de este viaje. Sin embargo, en su largometraje este novel director lleva la historia por un rumbo diferente.

En el año de 1983, un proyecto espacial con dos astronautas resulta en algo extrañamente fatal para uno y un encuentro cercano para otro. En medio de este problema, la doctora Tatiana Yurievna (Oksana Akinshina), a punto de perder su licencia por hacer mala praxis, es reclutada para atender una base científica donde se encontrará con el cosmonauta sobreviviente, Konstantin (Pyotr Fyodorov) para descubrir un peligroso secreto.

Es innegable sentir en el ambiente de de esta película la gran influencia de Alien (1979) de Ridley Scott, pero Abramenko transforma lo que era un terror cósmico hacia lo terrenal, llevándonos así en pleno contexto de los últimos días de la poderosa URSS y la Guerra Fría a una crítica social acerca de los alcances de esta nación dispuesta a lo que sea por mantener sus aires de grandeza.

Una de las mejores cosas que tiene Sputnik es el diseño de la criatura que llega del espacio, misma que a pesar de remitir justamente a otras como La Cosa del Otro Mundo (Carpenter, 1982) o incluso Life: Vida Inteligente (Espinosa, 2017) le da un tono interesante y particularmente humano gracias a cierta justificación simbiótica que resulta interesante al ahondar un poco la naturaleza humana y la psique misma, algo que estaba presente en el cortometraje antes referido de Ebremenko.

Si bien el guión puede caer en ciertas fórmulas del género, se inclina más por ese sci fi thriller con algunos tintes de gore para mostrarnos la peligrosidad de la criatura que, curiosamente, se contrapone con la misma intensidad de temor impuesto por el régimen soviético, haciendo una interesante alegoría acerca de cómo algo alienado del sistema debe adaptarse o morir pero jamás manchar la grandeza de la extinta URSS.

Ese tema se baraja a la par del relato más humano y la relación entre Konstantin y Tatiana, un cosmonauta referido como héroe nacional con una crisis existencial que lo hace cuestionarse a sí mismo su cordura e intenciones frente a una doctora que está dispuesta a todo no sólo por salvarle la vida, sino por no dejar que este sistema opresor se salga con la suya, cueste lo que cueste.

La fotografía también ayuda mucho para la ambientación de la cinta, una que depende de colores a veces fríos en los laboratorios de experimentación pero que cambia en los momentos más personales de los personajes, definiendo un poco el perfil de su personalidad. Incluso la musicalización funciona de buena forma aunque a veces se pierde.

Más allá de que Sputnik camina por la senda de tremendas influencias del sci fi horror, es de destacar la labor del guión y la dirección de Ebremenko que logra generar una atmósfera intensa, algunos buenos momentos de tensión y sobre todo le da un pequeño giro interesante a una fórmula muy conocida apegándose a un contexto histórico que le da una intensión diferente a lo que hemos visto referente a esta temática.

Sin duda, Sputnik: Extraño Pasajero resulta ser una ópera prima que destaca del montón de blockbusters rusos mal ejecutados para demostrarnos que hay voces muy interesantes que pueden lograr el equilibrio entre una película comercial y la buena manufactura digna de una historia fílmica que no se cansa de hablar de los problemas que han marcado a la patria rusa.

A.J Navarro

Por A.J. Navarro
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