Hazme El Favor

Jennifer Lawrence interpreta a una millenial en supervivencia (como todos nosotros…)

Hazme El Favor (2023) Dir. Gene Stupnitsky

Pareciera que los millenials estuviéramos consumidos por un objetivo en común: sobrevivir. Sobrevivir a la crisis económica, a los demonios existenciales y a las corazonadas interiores que nos piden a gritos reconocer y afrontar nuestras carencias emocionales, aunque esto nos aterre. Esto es lo que, a grandes rasgos, le ocurre a Jennifer Lawrence en “Hazme el favor”, esta comedia “incómodamente divertida” de  Gene Stupnitsky (Chicos Buenos, Malas Enseñanzas), en donde la actriz le da vida a Maddie y nos lleva de la mano como una millenial intensa de 32 años, algo perdida en rumbos y con la que nos podemos relacionar sin problema, en la que presionada para poder pagar la deuda que tiene sobre su casa (ya su único vínculo con su madre), termina involucrándose con un joven tímido y antisocial pero que esconde, al final del arcoíris y como un cofre de tesoros, el preciado objeto que podría poner fin a sus dificultades: ¡¡¡un auuuuuto!!! (léase con la emoción de antaño de “Atínale al precio”).

Hazme El Favor (2023) Dir. Gene Stupnitsky

A través de la agradable música y los encuadres ocurrentes de la cinta, vamos conociendo la historia de Maddie, quien pasa parte de su tiempo como chofer de Uber en su pueblo natal de Montauk, Nueva York, del que nunca ha salido, y esto porque la otra parte lo invierte siendo bartender, lidiando con turistas groseros y escapando de sus corajes por medio de su tabla de surf, y mediante las pláticas y cigarrillos que comparte con sus mejores amigos, una chica embarazada (Natalie Morales) y el simpático “man child” que ésta tiene  por esposo (Scott McArthur). Sin embargo, Maddie parece estar atormentada por unas de las maldiciones de la vida moderna: la falta de responsabilidad afectiva y la incapacidad para entregarse y vulnerarse en sus relaciones (léanlo otra vez sin llorar, sniff sniff).

Cuando Gary (Ebon Moss-Bachrach), un chico ghosteado y dependiente que maneja las grúas de la zona y quien, para su mala suerte, salió y se clavó con Maddie no mucho tiempo atrás, llega para confiscar su auto y parcial medio de subsistencia, Maddie se ve en la penosa necesidad de tomar una oferta de “trabajo” poco convencional: unos padres millonarios ofrecen un auto como recompensa final para una chica joven que pueda ser la pareja de un chico con problemas de socialización, y ayudarlo así a desarrollar la personalidad que le servirá para su próxima vida de universitario. Pareciera muy fácil, ¿no?  Incluso tendría que ser una broma. Pero cuando Maddie llega a la lujosísima mansión veraniega Becker (tras casi morir en el cómico intento por ascender la colina con patines, pobrecilla), es que la magia cinematográfica y las armonizaciones vocales de esperanza nos introducen al elegante Buick Regal de la familia, el objeto de deseo de nuestra protagonista. Claro que, como todo objeto de deseo, el coche es mucho más que un coche; este tesoro es también independencia, triunfo, y por qué no: un muy añorado, aunque inconsciente en este punto, cambio de rumbo.

Hazme El Favor (2023) Dir. Gene Stupnitsky

Los Becker (interpretados por los carismáticos Matthew Broderick y Laura Benanti) son una pareja dulce y amable sumamente preocupados por la vida social de su hijo Percy (con una sólida y conmovedora interpretación de Andrew Barth Feldman). Tomemos en cuenta que lo dulce y amable no quitan ni lo whitexican, ni el hecho de que su inquietud parental trasciende los límites de la intimidad con su único hijo (pero bueno, muchos de nosotros crecimos con papás “boomers” y conocemos del asunto). Tras explicarle a Maddie que su deseo es que la chica “salga” (con todo lo que implica la palabra) con Percy, y después de hablar sin tapujos de las condiciones – para nada Percy puede enterarse del plan – y la recompensa, Maddie se viste con su mejor faceta de femme fatale y se dirige a cazar al joven de 19 años a la tienda de adopción animal en la que está trabajando. 

Aquí es que tenemos la necesidad de hacer una pequeña pausa: ¿Una chica de 32 años cortejando a un chico de 19? Es cierto, ambos tienen la mayoría de edad, pero si invirtiéramos los roles de género, esta situación nos resultaría bastante difícil de dirigir, por no decir detestable (ok, pero es una comedia “incómodamente divertida”, así que intentamos mantener la atención en el objetivo principal, al que ya llegaremos).  En esa tienda, Maddie conoce a Crispin, ese amigo muy extraño, pero entrañablemente confiable (y atinadamente interpretado por Jordan Mendoza), a un perro ex adicto a la cocaína (qué moderno), y poco después termina intoxicada con gas pimienta (amiga, date cuenta: ¿¿qué esperas cuando llevas a un chico de paseo en una van rentada llena de cuchillos para filetear pescados??). Tras esta singular introducción, sin embargo, nuestros protagonistas acuerdan reencontrarse. Y es en cada encuentro que Maddie trata de seducir a Percy utilizando variedad de recursos: actitudes sensuales, palabras sucias, bailes exóticos y las muestras de su atractiva silueta van apareciendo por doquier. No obstante, estos aparentes “inservibles” intentos nos van revelando que, tal y como nos estamos percatando más y más en este siglo, el sexo no es el motivante de mayor trascendencia para muchas de las relaciones humanas, y nos encontramos con una verdad dolorosa: aunque muertos de miedo y casi siempre evitándola, los humanos ansiamos la intimidad interpersonal. Es esto lo que, en palabras más simples, Percy repite a Maddie: “quiero conocerte más”, es la frase que usa antes de si quiera pensar entregarle su cuerpo a una desconocida.

Hazme El Favor (2023) Dir. Gene Stupnitsky

Con el paso de la cinta, también se nos va revelando que Percy exhibe las actitudes que muchas mujeres buscamos en los hombres, y que apreciamos se visibilicen a través del cine: tiene interés en conocer los afectos y dolores de Maddie, e incluso le pregunta por su consentimiento antes de darle una torpe y robótica nalgada en el trasero (eso pueden hacerlo sin preguntar dentro de una relación consensuada, chavos, pero por fines de exposición y educación se agradece un buen que una película muestre a un muchacho tan considerado). Pero lo que realmente necesita Percy, más allá de un encuentro sexual, es romper los temores hacia lo nuevo y lo inesperado de la vida, y es justamente Maddie la que parece encarnar en sí misma los deseos más profundos – aunque aterradores – del joven: en una escena excelentemente lograda, Jennifer Lawrence baila al ritmo de “Maneater” (Come Hombre) mientras que, completamente desnuda (lo cual percibimos a full a través de distintos encuadres), les cae a golpes a unos chicos imprudentes que intentan arruinar el encuentro amoroso bajo el mar de los protagonistas. Es en este momento que Maddie se consolida como la materialización de los deseos y de los temores de Percy: está súper loca, pero esta locura es al mismo tiempo estimulante y preocupante.

Lo que resulta interesante y complejo a la vez, es también observar cómo lo que empieza como un “trabajo” para Maddie, la enfrenta a sus demonios interiores: va formando un lazo con Percy, lo desee o no, y este lazo le va reflejando sus carencias afectivas. Cualquier momento de intimidad entre ellos despierta un dolor pasado y resurge la amenaza de peligro; un simple juego con un “atrapadedos” acompañado de un “así estaremos juntos para siempre”, evidencia la completa incomodidad de la protagonista hacia la intimidad. Y no está demás, pues su mismo padre, quien vive felizmente en otro sitio con su primera familia, ni siquiera ha abierto la carta que hace tantos años Maddie le envió para saber porque no lo quiere en su existencia; el dejar entrar a la gente en tu vida, por tanto, se instaura como un camino inevitable al dolor. Claro que todo esto no evita que el vínculo entre Maddie y Percy se profundice: ya sea escuchándolo cantar y tocar el piano por primera vez o crasheando en una fiesta de preparatorianos para frustrarle que pierda la virginidad con otra chica, Maddie no puede evitar sentirse vulnerable, y Percy no puede evitar sentir cómo Maddie lo va alejando por lo mismo.

El punto drástico de esta cinta llega cuando, por accidente y gracias a la bendita tecnología, Percy escucha una llamada por celular entre Maddie y sus propios padres, enterándose de todo lo que en ese momento parece ser la verdad: Maddie sólo lo está utilizando por la promesa de un auto. Tras un incómodo intento por culminar un acto sexual con Maddie que no se logra, y después de destruir el Buick Regal junto con Crispin en un arranque de furia (pero da risa, así que se le perdona), Percy vuelve a aislarse en sí mismo, mientras que Maddie repara el carro, regresa al trabajo y salva su casa (otra forma diferente de aislamiento). Pero las verdades pesadas han sido dichas y para eso no hay vuelta atrás: ahora Percy sabe que algunas conexiones vienen con un precio, y Maddie (por boca de Percy) sabe que la herida de su padre ya no puede ser pretexto para escapar de la realidad.

Hazme El Favor (2023) Dir. Gene Stupnitsky

Si bien su relación parece perdida, los protagonistas se encuentran previo a la partida de Percy hacia la universidad, y con unos breves pero profundos textos frente al mar y un abrazo que dice más de mil palabras, reafirman lo que los espectadores anhelábamos desde el principio (y no, no era una cogida esplendorosa): la consolidación de una amistad que los impulse a ambos a dar el siguiente paso en su vida, pero con más seguridad (porque los temores, queramos o no, suelen acompañarnos).

Con un tratamiento fresco, moderno e identificable, “Hazme el favor”, la cual estará en cines a partir de este 22 de junio, logra un final feliz para sus participantes: Maddie vende su casa a la pareja de amigos que espera un hijo, y con esto sella su destino para lanzarse a recorrer con su tabla de surf las aguas de California, un sueño de antaño que por fin se siente capaz de lograr. Con una última y emocional escena, vemos partir a Maddie y a Percy juntos, cada quien hacia su camino pero con posibilidad de reencontrarse, en lo que sin duda alguna será el último viaje de Maddie como conductora de Uber, despidiendo en la carretera las imágenes y cicatrices de un sitio seguro que por fin se atrevió a dejar atrás.