Oppenheimer​: ¿la mejor película de Christopher Nolan?

Oppenheimer (2023) dir. Christopher Nolan

Pocas veces hemos visto en la historia del cine una expectativa tan grande como la que generó el lanzamiento simultaneo de “Barbie” y “Oppenheimer”. Algo que comenzó como un juego de venganzas entre el director Christopher Nolan y su anterior productora, Warner Bros Pictures, se volvió un fenómeno entre cinéfilos denominado: Barbenheimer. Según se cuenta, Christopher Nolan, en desacuerdo por el poco control que tuvo en la distribución de su película pasada, “Tenet”, decidió emigrar a Universal Studios, algo que Warner no perdonó, y quiso castigar robándole la taquilla a “Oppenheimer”, con el estreno simultáneo de “Barbie”. Sin embargo, nadie hubiera sido capaz de predecir que el mundo del cine convertiría esta rivalidad en una celebración que quedará para la historia. Por supuesto, esto fue aprovechado por los equipos de marketing de todas las empresas involucradas en la distribución de dichas películas, convirtiendo el 20 de julio de 2023 en una especie de Día D para el cine. Y henos aquí, a solo un par de días de esos lanzamientos que nos prometieron como “gloriosos”, para analizar si Barbenheimer fue, en efecto, todo lo que nos contaron, o si solo fue, como diría el refranero mexicano: pura llamarada de petate. En este análisis trataré de esclarecer esa cuestión, limitándome a la parte que corresponde a “Oppenheimer”.

L to R: Cillian Murphy (as J. Robert Oppenheimer) and writer, director, and producer Christopher Nolan on the set of OPPENHEIMER.

De entrada, la expectativa que generó esta película es absolutamente entendible; tanto que, aún sin la ayuda del fenómeno Barbenheimer, habría sido muy esperada. Esto se debe, principalmente, a dos razones: 1) Christopher Nolan es, sin duda, uno de los mejores cineastas de nuestra época, y 2) Robert Oppenheimer es, quizás, el científico más influyente en la historia de la civilización. Lo primero, pocos lo cuestionarían, pero lo segundo requiere una mayor explicación. Dicho de forma simple, pese a que Oppenheimer no fue un físico tan prodigioso como lo fue Newton o Einstein, sí fue el científico que ha estado más cerca de acabar con toda la humanidad. La creación de la primera bomba atómica es claramente el inicio de una nueva era geopolítica, y la consolidación de los Estados Unidos como los emperadores del trono del miedo. Es sabido que “Star Wars”, con su estrella de la muerte, intenta hacer una metáfora de ello. Dicho esto, el interés de Christopher Nolan en rodar un filme sobre este sombrío personaje es algo que no habría podido pasar desapercibido.

Mucho se dijo en redes que este sería el mejor y más maduro trabajo de Christopher Nolan. Sin embargo, desde los trailers que se iban liberando a medida que se acercaba la fecha de estreno, se dejaba entrever que el enfoque que tenía esta película era un tanto condescendiente con la figura de Oppenheimer. Y así lo fue. Un personaje tan sombrío que poco tiene que ver con Prometeo, y cuyo arrepentimiento se antoja irrisorio, se retrata como un héroe trágico al más puro estilo del teatro griego. El Oppenheimer de Nolan es una calca de lo que este cineasta nos mostró en “Batman: el caballero de la noche”; un hombre que intentó enfrentar al mal con nuevos poderes, y terminó lleno de remordimientos, traicionado y perseguido por la clase política. Esta interpretación es, hasta cierto punto, entendible, pues “Oppenheimer” no deja de ser una visión británica basada en un libro norteamericano (“American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer” por Kai Bird y Martin J. Sherwin). Pero, aun haciendo un lado de esto, la película falla en una cuestión más fundamental: el guion.

L to R: Tom Conti is Albert Einstein and Cillian Murphy is J. Robert Oppenheimer in OPPENHEIMER, written, produced, and directed by Christopher Nolan.

El guion de “Oppenheimer” es accidentado. Lo cual es de extrañarse, pues Nolan nos tiene acostumbrados a excelentes guiones. Se percibe que el director no es experto en el tema, y se vio rebasado por la gran cantidad de información y datos históricos que engloban el proyecto Manhattan. Nolan pierde el foco de la historia constantemente, se percibe la desesperación de no saber a qué aspecto de la vida de Oppenheimer ponerle más atención: a su drama personal, a su drama profesional o a su drama histórico. La película coquetea todo el tiempo con estos tres temas, sin enfocarse plenamente en ninguno. Además, es innecesariamente larga; este filme podría ser de menor duración si se omitieran escenas que nada aportan a la trama, y parecen, más bien, un capricho del director para adornar la narración con easter eggs históricos. Por ejemplo, las apariciones de Gödel y Feynman me parecieron, en lo personal, encantadoras (pues admiro el trabajo de ambos), pero reconozco que nada aportan a la historia, y una persona fuera del nicho de la ciencia difícilmente las apreciaría.

Las escenas de la juventud de Oppenheimer también se antojan muy fuera de lugar. Son de ritmo rápido, tanto que no se alcanza a asimilar su trascendencia, y están llenas de referencias que solo un físico podría poner en contexto. Lo mismo pasa con las escenas que corresponden a la elaboración de la bomba atómica, en Los Alamos; son también muy rápidas y carecen de fuerzas antagonistas que introduzcan tensión e incertidumbre en la narración del desarrollo de la bomba. Ambas secciones se sienten, más bien, de corte documental. Las únicas escenas que son conducidas de forma adecuada son aquellas que corresponden a las audiencias posteriores al proyecto Manhattan. Es aquí donde sí vemos el poder narrativo de Christopher Nolan, acompañado de la extraordinaria decisión de intercalar el monocromo con el color. Aunque, también ha de decirse, que estas escenas requieren mucho contexto histórico, pues están sumamente cargadas de acrónimos y eventos que no se introducen en la narración.

Cillian Murphy as J. Robert Oppenheimer in OPPENHEIMER, written and directed by Christopher Nolan

A nivel de guion, lo que se lleva las palmas, sin duda, es la construcción del personaje de Albert Einstein, el cual, pese a tener breves y contadas apariciones, funciona como una especie de “Pepe grillo”, o consciencia perdida, de un confundido Oppenheimer. Son las palabras de Einstein las que, en realidad, son el eje de toda la trama. Cabe aclarar que, esta interpretación de Einstein también es bastante condescendiente con el Einstein histórico. Los diálogos de Oppenheimer con el presidente Truman, aunque breves, son igualmente destacables, y representan muy bien la frivolidad norteamericana que muy tímidamente se sugiere en el resto de la película.

La cinematografía y el diseño de producción de esta película son, como era de esperarse, sólidos. El haber recreado con éxito toda la instalación de Los Alamos es simplemente impresionante. Sin embargo, “Oppenheimer” no tiene la belleza visual de “Interestelar” o “Inception” como para ameritar el formato IMAX. La insistencia de Nolan por rodar (y presenciar) esta película en dicho formato es más bien un capricho megalómano. Hay que recordar que en el cine, y en el arte en general, la poética de los materiales debe estar subordinada a la trama, y no al revés. El formato de audiencias públicas y los constantes primeros planos en “Oppenheimer” hacen que la experiencia IMAX sea subexplotada e innecesaria para la narración (a menos que sea de vital importancia que observemos los poros en la piel de Cillian Murphy…). Los grandes maestros saben que el cine no es el arte de las imágenes bellas, sino de las imágenes necesarias.

OPPENHEIMER, written and directed by Christopher Nolan

“Oppenheimer” cuenta con un cast fuera de serie, y actuaciones que no decepcionan.  Concuerdo con el resto de los críticos en que Robert Downey Jr nos regala la mejor actuación de su vida en esta película, sin que esto sea gran halago para el actor, ya que la vara nunca estuvo demasiado alta. En “Oppenheimer” vemos a Robert Downey interpretar a Lewis Strauss, un exmilitar y controversial político que, de hecho, es el único que nos da pistas sobre la verdadera personalidad de Oppenheimer, en un interesante soliloquio que pronuncia cerca del final de la película.     

Muy probablemente Oppenheimer (y Barbie) arrasará con los premios Oscar, pues ya todos sabemos que la Academia se alinea a agendas dadas. Sin embargo, si hay algo en lo que esta película se merece, genuinamente, el Oscar, es en sonido. El diseño sonoro es muy creativo, y contribuye a crear atmósferas de tensión que le aportan muchísimo a la historia. Además, es encantador cómo se usa el sonido de detectores Geiger para adornar algunas escenas y acciones. Otro logro destacable de este filme es evita caer en el sensacionalismo de recrear explosiones nucleares en toda su repugnante magnitud. En “Oppenheimer” solo presenciaremos la prueba Trinity, y de una forma muy moderada. Además, las escenas donde se muestran festejos de las detonaciones, tanto de Trinity como de Little Boy, son también dirigidas con moderación, y se atreven a ilustrar la banalidad norteamericana omisa en el resto del filme.

En resumen “Oppenheimer” es una película con aciertos y errores, que vale la pena ver, sin duda, pero que no es ni de cerca el mejor trabajo de Christopher Nolan. Tampoco está a la altura del circo mediático del que ha sido objeto. Lejos de percibirse madurez, pareciera que Nolan olvidó que, en ocasiones, menos es más. Oppenheimer parece, más bien, un collage de todos sus trabajos anteriores, y de una serie de eventos históricos disconexos. Más que a Prometeo, esta película nos recuerda al monstruo de Frankeinstein, y nos demuestra que la unidad en una historia no puede fraguarse simplemente haciendo embonar todas sus partes. Dicho todo esto, al final, supongo que Barbenheimer es un fenómeno que lo único que refleja es lo hambrienta que está nuestra sociedad por consumir, idolatrar y darle sentido a un mundo conformista que, precisamente, Oppenheimer contribuyó a construir. 

OPPENHEIMER, written and directed by Christopher Nolan

PABLO BASTIDA

Instagram: @bastidaph

Deja un comentario