La mesita del comedor

Una película que mantiene al espectador en una tensión dramática constante, sumergiéndolo en un estado continuo de incertidumbre y angustia.

El pasado viernes 12 de enero marcó el estreno en las salas de cine el segundo largometraje del destacado director español Caye Casas. Reconocido por sus aclamados cortometrajes «NADA S.A» y «RIP», ha cosechado elogios tanto de críticos como de audiencias, acumulando más de 200 premios a nivel mundial y siendo seleccionado en más de 500 festivales.

El éxito de sus cortometrajes allanó el camino para la realización de su primer largometraje, «Matar a Dios», que debutó en el Festival Internacional de Cinema Fantastic de Sitges y se hizo merecedor del gran premio del público. Este año, «La mesita del comedor» sigue esta destacada trayectoria al cautivar a audiencias de diversas partes del mundo. Una película independiente, que logró realizarse en un lapso de siete días de filmación.

Según palabras del propio director, es una película que, una vez vista, resulta imposible olvidar. 

María y Jesús han dado la bienvenida a su primer hijo después de numerosos intentos y una larga espera. Sin embargo, parece que Jesús no está completamente convencido de convertirse en padre en este momento. A pesar de sus esfuerzos conjuntos, María ha asumido el control en la construcción de su hogar, tomando decisiones importantes que han llevado a Jesús al límite de su paciencia. Motivado por el ego y buscando afirmar su propia independencia, Jesús toma una decisión inusual: comprar una mesita para el comedor que es tanto inusual como costosa. Aunque en apariencia esta elección parece impulsada por la rebeldía, este singular mueble terminará por cambiarle la vida de maneras que ni María ni Jesús podrían haber anticipado.

Es relevante destacar la connotación religiosa vinculada a los nombres de María y Jesús en la narrativa. En los momentos de mayor tensión para el personaje de Jesús, la película utiliza planos detalle de un Cristo crucificado, estableciendo una conexión simbólica con las experiencias del protagonista. La estatua del Cristo crucificado, central en la iconografía católica, se emplea como un símbolo potente de identificación con el sufrimiento humano. En la crucifixión, Jesús vivió el dolor y la agonía, acercándose así a las experiencias humanas de sufrimiento.

En consonancia con este concepto, María se presenta como una madre que sufre. Esta representación se conoce comúnmente como la Virgen Dolorosa, simbolizando la compasión y el dolor compartido con la humanidad.

La construcción meticulosa de la mesita del comedor, que se desarrolla a lo largo de los 90 minutos de la película, no es mera coincidencia. Profundizando en un contexto artístico, evoca de manera notable la obra «Arco de histeria» de la escultora francesa Loise Bourgeois. Esta obra resuena con las emociones y percepciones más íntimas de la artista, capturando sensaciones que escapan a las palabras, ya que preceden al lenguaje mismo. Elementos como el hambre, la frustración, las representaciones del padre y la madre, la culpa, el abandono, la muerte, y el vacío en el estómago se plasman de manera evocadora. Son estas sensaciones tan personales y universales a la vez las que generan una conmoción tan profunda en el espectador.

«Arch of Hysteria» 1993 Louise Bourgeois

En el contexto del psicoanálisis, la figura de «la mujer histérica» se asocia con la manifestación de contorsiones, donde el cuerpo se arquea en el aire, como respuesta a recuerdos traumáticos reprimidos por algún tipo de represión, un comportamiento que supuestamente el hombre no exhibiría. Resulta intrigante observar en la película, cómo, a pesar de ser testigos de los acontecimientos, Jesús se esfuerza por mantenerse firme en todo momento. La fascinante dualidad entre la significación de la mesita del comedor y el personaje sumido en sus propios pensamientos frente a lo recién ocurrido añade una capa adicional de complejidad a la narrativa.

El uso de ópticas extremas, macros y grandes angulares para acentuar la pesadilla experimentada por el protagonista desde el inicio del metraje demuestra una elección consciente para transmitir una atmósfera particular, especialmente durante los momentos de mayor tensión en la trama.

Las decisiones visuales afectan la experiencia del espectador, sumergiéndolo en la narrativa y resaltando los aspectos emocionales y tensos de la historia. Por ejemplo, en la secuencia inicial de la película, se presenta un plano que, al ser analizado desde la perspectiva de la tragedia griega y de lenguaje audiovisual, revela al vendedor de la mesita como la personificación de lo divino y el control del destino. Su influencia trasciende al despertar emociones ligadas a la seguridad, el control y el poder, factores que finalmente inciden en la decisión de Jesús.

En la aparente superficialidad de la elección de la mesita del comedor, se oculta el terror latente de decisiones que pueden transformar la vida de un momento a otro. En lo aparentemente cotidiano, el terror se manifiesta, convirtiendo las decisiones rutinarias en fuentes de inquietud. El miedo de llevar una vida normal se vuelve palpable, y decidir motivado por el ego puede convertirse en tu peor pesadilla. La aparente simplicidad de una compra puede revelar las complejidades internas de la existencia, donde cada elección, por más trivial que parezca, puede desencadenar consecuencias imprevistas y profundas.

Jesús, ¿por qué te resultaba tan difícil ceder una vez más?

Belén Ruiz

@ruzper02

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